Los preparadores físicos siempre recomiendan inspirar por la nariz y que espiremos por la boca. Una de las muchas ventajas de hacer esto es que, por ejemplo, en los gimnasios y en los lugares donde se suele hacer deporte, hay una gran acumulación de polvo, gérmenes y humedad, por lo que la nariz va a funcionar como una especie de filtro. Cuando estamos al aire libre, sobre todo, durante el invierno, también es más eficaz respirar por la nariz, ya que, gracias a su membrana mucosa, el aire llega más caliente a los pulmones, que si respiramos por la boca. En este caso, al llegar el aire más frío, puede provocar que se reseque y se irrite la garganta. En cambio, si exhalamos por la boca, vamos a aumentar la evaporación y vamos a poder eliminar las toxinas.
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