Cuando
pasaron seis años, el geógrafo Ricardo
Beltrán y Rózpide se
hizo eco del hallazgo de Pinart en el Boletín
de la Sociedad Geográfica de Madrid:
''Escogían siempre una roca en plano inclinado; en la misma roca
tallaban la escultura, perforaban después la piedra por debajo de la
estatua con tantos agujeros como fueran necesarios para separarla de
la roca, y la hacían resbalar sobre la pendiente hasta el lugar en
que debía erigirse, donde habían ahondado lo suficiente para
enterrar la parte inferior de la estatua, quedando sólo el busto al
exterior''. Los hallazgos de esquirlas de
piedra y de útiles realizados con obsidiana, al lado de figuras a
medio tallar del Rano Raraku, han llegado a confirmar las hipótesis
de Pinart. Que fue lo que hizo que los moais no fueran tan duros como
lo defendía Von Däniken. No sólo estamos ante la idea de que la
toba volcánica se podría trabajar con piedra, sino que es mucho más
frágil, de lo que nos podemos imaginar. Se sabe que, un turista
finlandés fue capaz de arranzar una oreja de un moai, lo que
demuestra que es mucho más frágil, de lo que se pensaba, en un
primer momento. Y, el tema del transporte continua siendo
controvertido, ya que pudo haberla en el pasado, ya que hoy no la
hay. Se defiende la teoría de que era válida para construir trineos
sobre los que llevaban las figuras a varios kilómetros de distancia.
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